La entidad ajustó a la baja la perspectiva de crecimiento prevista para este año con una caída de 2,5% debido al impacto de la sequía en la actividad económica.
El Banco Mundial ajustó a la baja la perspectiva de crecimiento prevista para la Argentina en 2023 y proyectó una caída de 2,5% en la actividad económica debido esencialmente a los efectos de la sequía. El resto de la región en su conjunto tendrá una mejora de 2% este año.
El organismo multilateral estimó que la mayoría de los países de la región vienen gestionando de forma positiva los desafíos que presenta la débil demanda global, el mayor nivel de endeudamiento, la incertidumbre de la ocupación de Rusia en Ucrania y las presiones inflacionarias.
Pero en el caso de la Argentina, la proyección es que el PBI caería 2,5% este año, mientras que para 2024 y 2025 estiman un crecimiento de 2,8% y 3,3%, respectivamente.
William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para la región, presentó este miércoles las proyecciones junto con el reporte económico «Conectados: Tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento» a través de una teleconferencia desde la ciudad de Washington DC, en Estados Unidos.
El vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo, dijo que la región «ha demostrado ser en gran medida resiliente a los diversos shocks externos posteriores a la pandemia, pero lamentablemente el crecimiento sigue siendo lento».
Jaramillo también indicó que «los países deben encontrar urgentemente formas de impulsar la inclusión y el crecimiento, mejorar la gobernanza y generar consenso social».
«Las soluciones digitales pueden ser parte de la respuesta, ya que ayudan a complementar las reformas estructurales para aumentar la productividad, mejorar la prestación de servicios para la población y respaldar la eficiencia del gobierno», agregó el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Sobre la posibilidad de aprovechar las tecnologías digitales para el crecimiento económico, Maloney señaló que «la inversión pública y privada en conectividad digital puede estimular nuevos sectores y empleos, ofrecer nuevas áreas de comercio y aumentar la eficiencia, la calidad y la inclusión de los programas gubernamentales que van desde la educación hasta la extensión agrícola en zonas rurales remotas».
«Sin embargo, la conectividad digital no es una fórmula mágica para el crecimiento y puede exacerbar las desigualdades sociales existentes si no se hacen inversiones complementarias en habilidades, finanzas y sistemas regulatorios para hacer realidad la promesa de las tecnologías digitales para todos», destacó.
Además, en el informe consta que en estas últimas tres décadas la región pudo llevar adelante reformas macroeconómicas convenientes lo que garantizó una “una mayor resiliencia” ante shocks internos como la inflación y globales como la guerra en Ucrania, los bajos precios de las materias primas y la creciente deuda post pandemia.
También se indicó el reporte que los indicadores de pobreza y empleo regionales volvieron a los niveles previos a la crisis y la inflación, excluyendo a Argentina y Venezuela, cayó a un promedio regional del 4,4 %, por debajo de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
A nivel global las perspectivas son mejores que hace seis meses, si bien sigue siendo adverso por las altas tasas de interés, bajo crecimiento de las economías avanzadas y la continuidad de perspectivas inciertas para China.
En la región las estimaciones de crecimiento son mayormente positivas, con Guyana encabezando el lote con una suba proyectada de 29% para 2023; seguido por Panamá (6,3%), Paraguay (4,8%), Brasil (2,6%), Bolivia (1,9%), Uruguay (1,5%) y Colombia (1,5%), entre otros.
Con números negativos, por el contrario, se ubicarían Argentina (-2,5%), Haiti (-2,5%) y Chile (-0,4%).
Por último, el organismo multilateral resaltó que es necesario que los países de la región le den un mejor tratamiento y busquen ventajas en la economía digital que incluya a los más pobres.